Tarde de fósiles y abejas en Guadalajara

Aquí estamos, Guadalajara. La ciudad donde viví entre 1999 y 2003 y que en realidad nunca conocí. Vine a terminar el trámite de mi divorcio, a revertir el hechizo porque aquí me casé y aquí debe terminar la historia. He pasado la mañana con Pipsy, mi amiga Claudia, quien me decía «Lummie» en vez de «Lumi» en los e-mails que nos mandábamos en aquellos tiempos del BBS, pero esa es otra historia que debe ser contada en otra ocasión.

El punto es que aunque vine mucho por andar de novia entre 1997 y 1999 y luego viví aquí, seguí de novia y me casé, nunca conocí la ciudad del todo. El museo del que les hablo ahora abrió en el año 2000 y nunca me enteré, está a un costado del parque Agua Azul que jamás visité… y así. Hoy he tenido la tarde libre después del trámite y me dispuse a caminar Guadalajara hasta llegar al Museo de Paleontología de Guadalajara.

El museo es pequeño y contiene la colección del QFB Federico A. Solórzano Barreto (los QFBs tenemos aficiones de todo tipo, ¡no me extraña nadita!).

Un recorrido por un breve túnel astronómico, una sala de minerales bastante completa que me recordó un poco el museo de Geología de la UNAM, otro poco el de mineralogía de Tehuacán y otro tanto el museo de la mina del Edén en Zacatecas, en el centro de la sala un jardín de minerales, simplemente bello.

Posteriormente viene lo más hermoso: la paleontología. El museo contiene el acervo de los hallazgos hechos específicamente desde el cretácico pleistoceno en el centro occidente México, en 29 sitios de Jalisco que abarcan 136 millones de años: diversidad de al menos 130 especies. Uno de los hallazgos que me sorprendió fue el de fósiles de caballo y llama la atención pues aparentemente los caballos fueron traídos de Europa hasta después de la conquista.

Me encantó la sala que simula un área de trabajo de paleontólogos: Bioestratigrafía, herramientas, fósiles, interpretación.

Tengo que contarles que el museo no solo es gratuito, sino que tiene visitas guiadas de aproximadamente 1 hora también gratuitas, la guía me explicó de manera muy apasionada cada sala, aprendí a identificar piezas dentales de mamuts y del Gonfoterio del lago de Chapala que indudablemente es el esqueleto completo más impresionante de toda la colección.

El impresionante Gonfoterio del Lago de Chapala

Mapa de hallazgo de fósil de gonfoterio.

 

 

Esperando la hora de la visita guiada.

¡Abejas!

Al terminar el recorrido paleontológico siguió Apidae «el mundo de las abejas», ya había visitado la exposición antes de la visita guiada pero volví con la guía quien resolvió mis dudas sobre la colmena, y aprendí a identificar a la abeja reina: de «fábrica» viene marcada con un punto amarillo en el tórax.

Qué cosa tan increíble es el mundo de las abejas y qué distinto sería nuestro planeta si tuviéramos la voluntad y la capacidad para cuidarlas en casa haciéndoles un hotelito o teniendo nuestra propia colmena de deliciosa miel.

Hotelito para abejas que puedes hacer en casa.

 

«El 85% de las abejas en el mundo son solitarias». Quizá soy una abeja.

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